Es el ocaso de un día cualquiera para quienes vivímos en la ciudad de
México, las calles de ésta gran urbe empiezan a llenarse poco a poco de
automóvilistas ávidos por llegar a sus destinos. Dentro del mosaico urbano que
ofrece la gran ciudad, así como los personajes típicos, nos encontramos a los artistas
callejeros, que en cada esquina amenizan al cansado trabajador que regresa a
casa; están los fastidiosos limpia vidrios que a más de una mujer han sacado de
quicio; los vendedores ambulantes que de vez en cuándo calman a un hijo
desesperado en el coche.
Pero también en ese amplio contexto social, están ellas; esas mujeres que
viven día a día de los beneficios que les ofrece rentar su cuerpo. En las
calles de la colonia Buenavista, justo en la avenida del mismo nombre entre las
calles Luis Donaldo Colosio y Héroes Ferrocarrileros, cobijadas bajo el
edificio del Partido Revolucionario Institucional y por la sede de la
delegación Cuauhtémoc; siempre tan elegantes, usando los útlimos
perfumes que han comprado tal vez en algún centro comercial ó sino en el
tianguis más cercano a su domicilio, en esa demarcación las encontramos: las chicas de la vida
galante.
Esas mujeres que socialmente son consideradas parte de la escoria social, encarnación viva de los antivalores que dicen vivir algunos; quizas ante los demás sean
las únicas que en los últimos años no han tenido que sufrir la crisis de los
demás trabajadores sociales.
Con una sonrisa siempre en el rostro, alegres por salir a cazar hombres
sedientos de placer carnal se ubican en su esquina ó calle de siempre.
Casandra, Yamilet, Johanna y hasta Lílibeth están ahí delatadas por las luces
de la ciudad. Su lugar de trabajo se localiza justo de bajo de un emblemático edificio de
poder político. Ellas deciden estar ahí en medio del gobierno y de la política. Ofreciendo su preciado cuerpo a quién tenga lo suficiente como para pagarlo.
Ellas, no son políticas pero juegan mejor que algunos legisladores las negociaciones dónde todos ganen.
No serán parte del CEN del PRI, pero quizás tengan una mejor organización justo cuándo una del gremio sea agredida. Si estimado lector, les nombra prostitutas y de noche trabajan. Pero tal vez prostituyen lo que es de ellas, y no a diferencia de quienes deambulan de día que se prostituyen ofreciendo lo que no es de ellos.
Así que mi querido lector, si un día transitas de noche por la zona, no pienses que ellas son parte del sistema político corrompido que tenemos en éste país; pues a ellas se les avienta muchas veces la escoria que nadie quiere, sin saber que en esa escoria van todos nuestros intereses.
Tal vez ellas logren gobernar mejor que muchos que dicen hacerlo, aunque sin culpa alguna, les lleguen a llamar, las putas del PRI.
Hasta la próxima.
Xabi Suresh.