martes, 23 de marzo de 2010

Diversas profesiones, un trabajo común: Ser un servidor público.


¿Qué diferencia a una persona profesionista de un servidor público? La respuesta parece ser obvia y, compleja a la vez. Uno diría que el profesionista es aquel que ofrece sus habilidades físicas o mentales para recibir una retribución ya sea económica (muchas de las veces) ó en especie. Mientras que un servidor público es aquel que 'tendría que realizar un trabajo para el bien de la comunidad'; pero, como nos movemos en una lógica mercantilista, éste oficio de 'servidor público' no es altruista; recibe al igual que el profesionista una retribución económica por su puesto.

Y la respuesta también se vuelve compleja, en el sentido de que un servidor público es y debería ser una persona capaz y cualificada para ejercer dicho cargo, y aprobada por las mayorías en el proceso de selección. En México, las personas que ocupan los puestos ó cargos de servidores públicos ofrecen a la sociedad sus conocimientos cualificados para el ejercicio de la tarea que se les ha encomendado. (Aunque no en todos los casos).

En este sentido, personal especializado en el área de la salud pública, debería estar coordinando o trabajando en estas dependencia; igual que ingenieros civiles en obras públicas y así sucesivamente. Sin embargo, no todos los puestos son ocupados por personas especializadas en su área. En la sociedad burocrática del país, y de manera particular en el sector político, hay una presencia si bien no notable de diversos profesionistas en cargos de elección popular.

Me centraré sobre todo en el caso de los gobernadores, estos 'carismáticos' personajes que son capaces de agradar a multitudes o de causarles un breve pero sustancioso dolor en alguna órgano del cuerpo a más de un que otro ciudadano. Nuestros 'amables' funcionarios realizan día a día la tarea que nosotros sus empleadores les hemos asignado; administrar eficazmente el Estado y la Sociedad. Para esto se supone que nosotros empleadores conscientes, hemos elegido al mejor de la contienda (aunque en ocasiones solo nos pongan a elección los que un grupo de personas quieren).

En nuestra pequeña pero sustanciosa gama de 30 gobernadores y 2 gobernadoras, hay una variedad de profesionales elegidos para el puesto de la administración pública gubernamental. La educación profesionalizada de nuestros gobernadores y gobernadoras, se mueve desde las Ciencias Exactas hasta la de Ciencias de la Salud, pasando por las económicas, sociales y humanistas.
Así pues, tenemos ingenieros civiles, agrónomos, politólogos, economistas, contadores, médicos, químicos, periodistas, internacionalistas, profesores y porque no, una simple 'Ama de Hogar' (la carrera administrativa por excelencia).

Más allá de quedarnos con los estudios superiores de cada uno de nuestros gobernadores, cabría hacernos la pregunta, de ¿sí la profesionalización del individuo está en acorde con el puesto que se le pide desempeñar? Si la respuesta es afirmativa valdría la pena que el individuo conservará su empleo, al menos eso desearía yo en mí trabajo. Pero si la respuesta es negativa, ¿no sería justo despedirlo, abrir vacante y convocatoria para elegir al mejor, antes de que nos arruine la empresa? La calidad del trabajo, no mucha de las veces va de la mano (tristemente) con el estudio adquirido.

El 'servidor público' debería pues utilizar todos los medios posibles (aquí cabría el usar sus conocimientos adquiridos en las aulas) para mantener y lograr su trabajo. Ahora pues, no solo a los servidores públicos se le recomienda hacer este ejercicio; a cada uno de nosotros, los que de una manera u otra hemos recibido la instrucción de un oficio o de una profesión, ejercerla de la manera más eficiente y pronta para el servicio de la comunidad, independientemente de la retribución que podamos obtener, y dejar aún lado al intención de lucrar con lo que se nos ha compartido, al fin y al cabo, aunque tengamos diversas profesiones, tenemos un trabajo en común: dar un buen servicio a la sociedad.

Hasta la próxima.

viernes, 19 de marzo de 2010

educación privada versus educación pública


Vigilancia las 24 horas del día, fuentes limpias y jardines agradables, edificios libres de grafitis y con colores llamativos, instalaciones cómodas y tecnología de último momento, y automóviles de reciente edición; no, no es un corporativo empresarial, es una institución de educación superior en México. Así es a primera vista el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara.

Hace unos días tuve la fortuna -y aclaro que es suerte, porque es difícil accesar, sobre todo con la seguridad que se tiene- de ingresar a las instalaciones de dicha institución. Como proveniente de una universidad pública no pude dejar de lado las simples comparaciones que se pueden dar; y no para desprestigiar o denigrar a ninguna de ambas instituciones. Sino que en mi proceso de reflexión, me permití llevar a cabo mentalmente dicha experiencia comparativa.

La primer pregunta que se me vino a la mente fue ¿cómo es posible que alguien pueda lucrar con la educación, a sabiendas que es un derecho constitucional? Esto es fácil para mí cuestionarmelo cuando estoy inserto en el discurso de que la educación debe ser gratuita. Sin embargo, para algunos mexicanos la educación debe ser pagada y solo para unos cuantos. Bajo ésta lógica se puede pensar que solo 'lo que cuesta puede ser valorado' y aprovechado; sin embargo creo que éste razonamiento no es del todo válido aunque alguien llegue a pagar cierta cantidad de dinero.

El problema de la educación en México, del cual se habla mucho y se hace poco, no radica principalmente si el gobierno invierte o no en la educación, o sí un grupo de empresarios se preocupa por educar a sus legados. Sí bien esto es importante, el dinero que se le destina a la educación; desde mí punto de vista también se vuelve complejo desde el grado de conciencia que como ciudadanos e individuos mantenemos ante dicho derecho.
Éste grado de conciencia se forma y se adquiere de muchas maneras en el individuo, y es un proceso personal y a la vez colectivo.

Primeramente es personal porque se establece la condición natural del hombre de la curiosidad. Realizar la actividad y/o reproducir el comportamiento del Otro; en este proceso de indagación radica la actitud del razonamiento único. Es decir, cuando Yo como sujeto deseo realizar la misma actividad del Otro, me doy cuenta, asumo como mío que necesito proseguir -sino de manera igual, si semejante- los procesos que llevaron al Otro al lugar en dónde está. Así pues, sin la presión de nadie, Yo, como individuo caigo en el razonamiento de moverme. Aquí es, en dónde radica la educación de consciencia personal, en el sentirme necesitado de educarme.

El siguiente paso, que observo y vínculo, es que el individuo por su naturaleza social, no puede educarse solo. Requiere del Otro para aprender procesos diferentes que a éste sujeto individual le sirvan. Y es ahí donde la colectividad forma al sujeto. Aquí en éste punto sencillo es donde se presenta la disyuntiva si el sujeto debe recibir la preparación solo y exclusivamente por pertenecer al colectivo, ó si debe recibir la educación a cambio de una retribución hacia el colectivo.

En ambos sentidos se recibe una atribución, solo que en la primera la retribución es a largo plazo y en servicios, mientras que la segunda sería a corto plazo y en mercancía, llámesele dinero u objetos.
Mi presencia en el Tec de Monterrey me hizo recordar mis años de educación básica. Estudié en una institución privada durante 8 años de mi vida. En dónde mis padres tuvieron que sostener económicamente mis colegiaturas cada mes. A diferencia de otras instituciones de educación privada, ésta, en la cual yo realicé dicha formación, era de ideología cristiana católica. Luego mi secundaria y educación media superior los cursé en instituciones públicas; para después ingresar a licenciatura en una universidad privada y católica. Ahora regresé nuevamente a la universidad pública.

Este vaivén entre escuelas públicas y privadas, me ha hecho poner en la balanza todo lo que cada una me puede ofrecer. Éste no es el espacio para desprestigiar ni a una ni a otra, pues como dice el dicho 'en cualquier lado se cocen habas'; sin embargo, ambas se han convertido en mí vida personal en mis dos piernas, por las cuales camino por el mundo. Una me ha forjado los valores y las actitudes de responsabilidad personal; y la otra me ha generado y propiciado mi responsabilidad social y humana.

Lo que si no estoy de acuerdo, para ambas instituciones, es en que la Educación, ya sea privada o pública no debe ser un fin lucrativo para los grupos de poder. Tanto la pública que queda aprisionada por grupos oligárquicos, tal es el caso de familias; como en la privada con grupos empresariales. La educación mucho más allá del financiamiento que tiene, debe estar siempre enfocada al fin último de está, el bien común del cual el sujeto-individuo es parte de ella.

Tal vez ésta reflexión quede lejos de quienes no tienen la oportunidad de ingresar a una institución, pues están un poco fuera de la toma de decisión de quienes realizan las acciones de financiamiento educativo; pero, a su vez, si están dentro de esas decisiones, porque son parte de quienes ejercen el derecho de poder ofrecer la educación; como también lo son los que si acceden a dicha preparación.

Luego entonces, educación privada versus educación pública, no radica en quién tiene mejores instalaciones, o en quién tiene mayor ingreso de apoyo económico; o si en quien acapara más el mercado laboral; la diferencia radica en quién maximiza a mayor plenitud sus recursos.
La universidad la hace SER el que aprovecha mejor sus RECURSOS. Recuérdese que si bien la pública no paga directamente si se mantiene de los impuestos -en pocas palabras también se cobra-.

Hasta la próxima.