miércoles, 29 de septiembre de 2010

Entre una piedra y una jeringa

Hace un par de meses se lanzó una campaña desmedida hacia el gobierno de la República Islámica de Irán, por permitir que una mujer que fue encontrada culpable del delito de asesinato fuera castigada con la pena de muerte bajo la aplicación de la lapidación. Diversos organismos internacionales presionaron al gobierno iraní, debido a la insistente petición que realizó Sakineh Ashtianí a diversas instancias internacionales.

El castigo de lapidación para muchos catalogado como algo barbarie fue suspendido por el gobierno de Ahmadinejad. Sin embargo, esta petición de salvación temporal para Ashtianí no sera eterna, pues ahora el fiscal general Gholam Hoseín, ha determinado que su pena de muerte será en la horca.

Irán se suma a la ya larga lista de países que utilizan la pena de muerte para quienes han cometido crimenes graves. Sin embargo, para la mayoría de la comunidad internacional, incluso para los pro derechos humanos, de los países europeos esto ha sido alarmante que en pleno siglo XXI, se decida lapidar a una mujer. Pese a que ya circula en la red un video de el grupo taliban de Pakistán donde lapidan a una mujer hasta morir.

Por otro lado hace un par de días, en los Estados Unidos de Norteamérica, cuna de la democracia, el respeto y la garantía de los derechos humanos; se sentencia a una mujer, llamada Teresa Lewis a la pena de muerte. La forma de morir, la inyección letal. A Lewis de 41 años se le sentenció a este castigo por el mismo delito, matar a su marido. Aunque la defensa atestiguo que Lewis tiene un coeficiente intelectual de 72, dos puntos arriba de la categoría retrasado mental, no le fue posible retirar la sentencia.

Estas dos historias llegan a un momento coyuntural importante entre las dos naciones que por decadas se han estado disputando un control en la región del medio oriente. ¿Qué nos queda por reflexionar? De entrada el transfondo fundamentalista de ambas culturas, que solo pretende en el fondo ser juez y parte de los derechos de los demás. A uno por fundamentalismo se le condena como retrogada y lleno de barbarie; pero a otro se le considera garante heróico de los derechos humanos y las garantías individuales.

Sean unas o sean otras las formas de encontrar castigos, el hecho es que un consejo deliberado por HOMBRES; ha sentenciado a dos MUJERES. Una ya murió, la otra espera el día de su penar por está vida.

No cabe duda que ni oriente, ni occidente respetan la dignidad de la mujer. Y no porque estás sean inocentes de asesinato, sino porque antes de ser asesinas, fueron educadas en la escuela de la violencia marital y de una sociedad misógina, y los resultados se vieron presentes.

Esto es un ejemplo de lo que es... sin tomar en cuenta a las tantas mujeres y mujeres que día a día son pisoteadas en sus derechos humanos.

Y México no se queda atras, solo recordemos el caso de las mujeres presas en Guanajuato por abortar.

En fin como sociedad tenemos tarea que hacer.

Hasta la próxima.