Después del famoso encuentro de las dos culturas, y de la imposición de una sobre la otra; la 'nueva tierra' descubierta se convirtió y se subyugó bajo una ideología común. La divinidad monoteísta de un solo Dios. Durante trescientos años la sociedad fue adquiriendo costumbres y patrones comunes de conducta. A pesar de que la corona cedió su confianza del trono al presidente, el pueblo jamás cedió su confianza a otro que no fueran los señores de las faldas largas.
Con la imposición del la espada, llegó la imposición de la cruz. México doblego su fe individual y social a un Dios que era representado por longevos señores de mitras rebosantes de joyas. Así pues el catolicismo se enraízo en la sociedad mexicana.
Algunos lugares eran más propensos a la manifestación católica que otros en el largo territorio de la nación mexicana. De éstas regiones, el occidente del país pareció con agrado albergar la tradición y el conservadurismo que provenía de la Europa medieval. Faldas largas, paños en las cabezas, actos de piedad constante y familias numerosas era sinónimo de la gracia y don que podía recibir un simple fiel de parte de Dios.
Así, durante mucho tiempo y hasta la fecha ésta zona del país se transformó en cuna de un movimiento pro institucional, con una característica doble, es decir, por un lado escudan la familia como institución, que es velada por la iglesia católica, mientras que por otro lado la iglesia católica es velada por la familia. Luego entonces, se crea una simbiosis característica del sistema social mexicano.
Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Aguascalientes se han convertido en provincias que albergan el mayor número de católicos en el país. Con el catolicismo viene implícito la tradición y los valores que duramente pueden modificarse u adaptarse a la actualidad, es decir, se resisten a las nuevas formas de concebir las instituciones y de amoldarse los nuevo modus vivendi que se presentan.
Éste modo de ver y de vivir la vida, ha creado otro tipo de costumbres y de comportamientos individuales y sociales. El discurso colectivo de la institución condiciona, pero no determina el actuar del sujeto. Y es de ésta manera que ése comportamiento se puede entender como una doble forma de ser; en términos coloquiales, se habla de una doble vida; para la ética social e individual se habla de una doble moral; sin que ni una ni otra tenga sentido peyorativo, pero lo que si es cierto es que una si puede condicionar a la otra.
La región de los Altos de Jalisco y la ciudad receptora de personas de ésta región, que a su vez es capital del estado, la gran perla tapatía; se han colocado como los escenarios idóneos para llevar éste estilo de vida a flor de piel. El doble comportamiento -aclaro, sin sentidos peyorativos- parece sobresalir en un grupo social en particular, los hombres.
El machismo imperante en la región occidental, en la cultura mexicana y de manera presencial en el catolicismo familiar, ha creado personas que se ven orilladas a vivir un deseo 'no aceptado' por dichas instituciones. El machismo mexicano, jalisciense y católico se ha convertido en la máscara del homosexual que no le permiten ser, que no debe existir.
Luego entonces, se maneja una doble forma de comportarse. En Jalisco, y de manera particular en su zona metropolitana, la vida del macho jalisciense y no jalisciense se convierte en el espacio idóneo para vivir su homosexualidad a plena luz lunar.
Al final de la jornada, cuándo se oculta el sol; la luna y las estrellas dan paso a las más peculiares manifestaciones del comportamiento masculino y femenino.
El título de éste artículo lo nombré 'Coincidencia o no, los números están a discusión' ¿Por qué? Jalisco es el estado número 14 en la lista a nivel nacional, mientras que Guadalajara es el municipio número 41 del estado de Jalisco.
Sí bien es cierto que el número 41 nos evoca a recordar esa anécdota en donde el yerno de Don Porfirio Díaz, Ignacio de la Torreo y Mier, se reunía amenamente con sus amigos en un lugar clandestino de la capital mexicana, para manifestar junto con otros amigos su homosexualidad y travestimo oculto; ese número se les adjudica a el famoso caso del Club del 41. Ya posteriormente la vox populi y la tradición mexicana han dado paso a que éste número sea temido por el hombre macho tradicionalista, aunque en el fondo 365 días del año lo tenga que vivir.
Jugar con los números y encontrarles significado, puede llevarte a realizar una reflexión social. Coincidencia o no, el 14 invertido será 41; lo que de día se es en el fondo de uno mismo, de noche se vive a flor de piel.
Para alguien foráneo a la región occidente o jalisciense, ó tal vez ajeno a dicha forma de comportamiento, suele ser confuso, sin embargo, durante décadas para los jaliscienses está forma de vida es de lo más normal. Tan normal que no tiene ya más escándalos en la sociedad.
Vayan pues de día al campo, a la cantina y porque no a la misa que de noche el cuarto más íntimo de la pasión les espera.
Hasta la próxima.